Publicada en 1992, Chamán
es la segunda novela de la saga que Noah Gordon dedica a la familia
Cole y que comenzó siete siglos atrás con El Médico.
La historia de los Cole
se desarrolla en un escenario turbulento en el que se suceden grandes
cambios en la sociedad estadounidense de mediados del siglo XIX.
Comienza con las luchas de las tribus indígenas por mantener sus
tierras y seguir siendo libres, continúa con el debate entre
esclavistas y abolicionistas, la consiguiente Guerra de Secesión
promovida por los estados del sur e incluso las diferencias entre
religiones, que eran muchas teniendo en cuenta el gran porcentaje de
inmigrantes con el que contaba Estados Unidos en aquel momento.
A modo de flashback, la
historia comienza en 1839, momento en el que Rob J. (Judson) Cole se
ve obligado a emigrar desde su Escocia natal a Estados Unidos por
motivos políticos. Allí su primer destino es Boston, ciudad en la
que comienza su nueva andadura como médico de la mano del cirujano
Oliver Wendell Holmes. Pronto empieza a soñar con un nuevo destino,
por lo que decide viajar hacia el Oeste e instalarse en Holden´s
Crossing, un pequeño pueblo de reciente fundación en el estado de
Illinois. Al mismo tiempo que establece un consultorio, movido por la
curiosidad comienza su relación con la tribu nativa de los sauk, de
quienes descubre que poseen toda una cultura en torno al arte de
curar, aunque de una manera ritual y chamánica, lo que en ocasiones
provoca ciertos choques culturales y de conocimiento.
A pesar de que la novela
comienza con Rob J. (Judson) Cole como protagonista principal, a
partir de la tercera parte es evidente un protagonismo compartido con
su hijo Rob J. (Jefferson) Cole, conocido como Chamán, quien desde
muy pequeño sufre una sordera permanente, lo que en un principio se
interpreta como una incapacidad para llevar una vida normal.
Ya desde el principio del
libro se aprecian rasgos muy significativos en torno a los personajes
principales que recuerdan a ese Rob J. (Jeremy) Cole del siglo XI en
cuanto a su afán por aprender, por aliviar el sufrimiento y el dolor
físico a sus pacientes. También poseen el mismo don que su ancestro
y una marcada habilidad artística (uno más que otro), elementos
empleados como recurso para mantener un nexo de unión a pesar de
tratarse de lugares, épocas y circunstancias totalmente diferentes.
El hecho de que
generación tras generación el médico de la familia se llame Rob J.
Cole (donde sólo la jota responde a un nombre diferente) hace pensar
en todos los Aurelianos Buendía que protagonizaban Cien años de
soledad. Aquí el nombre que empieza por la letra J se obvia durante
toda la novela excepto en las presentaciones, quizá en un intento
por reunir las cualidades y experiencias de varias vidas a lo largo
de los siglos.
Esta segunda parte sigue
prácticamente el mismo esquema narrativo que veíamos en la primera,
y además por partida doble: un joven aprendiz pasa un tiempo con un
hombre experimentado y se encuentra en la situación de tener que
marcharse lejos de su casa por diversas razones, entre ellas el
seguir aprendiendo para convertirse en uno de los mejores médicos.
Con respecto al resto de
personajes, hay dos aspectos que me parece importante resaltar:
En primer lugar, el
personaje de Makwa-ikwa es claramente secundario aunque en un
principio se le da un protagonismo casi al nivel del de Rob J.
(Judson) Cole, algo que se va diluyendo con el paso de las páginas.
Resulta una figura interesante por todo lo que su cultura y sus
circunstancias conllevan pero llega un momento en el que decae el
interés por ella cuando podría habérsele dado un papel más
activo.
Por otro lado y al igual
que ocurre en todas sus novelas, no puede faltar una pequeña alusión
al pueblo judío, en este caso protagonizado por la familia Gieger,
un matrimonio que Rob conoce en Boston y que llega a convertirse en
parte de su familia.
En definitiva, a pesar de
no encontrarse al nivel de su predecesora, recomiendo su lectura aun
siendo consciente de que al principio resulta un tanto difícil
engancharse debido a la larguísima alusión a la historia de los
sauk, hasta cierto punto necesaria para seguir el hilo argumental
aunque demasiado extensa como para servir simplemente de telón de
fondo.
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