sábado, 1 de noviembre de 2014

Palmeras en la nieve

Palmeras en la nieve fue uno de los fenómenos editoriales del año 2012 y la primera novela de Luz Gabás, profesora universitaria, lingüista, escritora y también alcaldesa, que nos introduce en un mundo colonial marcado por un amor imposible donde dos culturas chocan y se funden en la humedad y el calor tropical. Tal fue su éxito, que en 2015 se estrenará su adaptación al cine.






Pasolobino, 2003. Un pequeño fragmento de papel que revela la existencia de cuatro personas hasta ahora desconocidas es lo que hace que Clarence, hija y sobrina de colonos, se plantee muchas preguntas sin respuesta. Hasta ese momento se había conformado con lo que su familia le había contado pero ¿y si guardaran parte de su pasado oculto? A partir de este momento Clarence comienza una investigación personal que le llevará a la isla de Fernando Poo (en la actual Guinea Ecuatorial), en el trópico africano, un lugar donde su padre y su tío vivieron largos años, en busca de alguien llamado Fernando.

Pasolobino, un día de invierno de 1953. Jacobo y Kilian, oriundos de un pequeño pueblo de la montaña oscense, emprenden un viaje a la colonia africana donde vive y trabaja su padre, la Guinea Española. Aunque Jacobo ya ha estado más veces allí es la primera vez para Kilian, que observa todo con ojos de niño asustado, algo que le granjea continuas y molestas bromas desde el principio. De un día para otro se encuentra inmerso en un mundo completamente diferente al que hasta ahora había conocido, donde la libertad sexual es una seña de identidad, donde los recuerdos de una España franquista quedan velados por la calima tropical y donde Kilian, a pesar de los problemas iniciales, se va sintiendo cada vez más cómodo.




Luz Gabás nos presenta así una novela hecha para y por los personajes. Son muchos los que protagonizan sus páginas, aunque en esencia son sólo cuatro los que nos hacen saltar entre la España franquista colonial y la actual, mostrándonos los entresijos de nuestra historia reciente, de los años en que el colonialismo empezaba a resquebrajarse sumido en medio de las luchas de los colonos por recuperar sus tierras.



Los hermanos representan dos caracteres totalmente opuestos, dos actitudes antes la vida. Mientras Jacobo es retratado como un joven rudo, sin ningún tipo de interés en el compromiso y que va a la isla simplemente a trabajar, sin siquiera relacionarse apenas con los nativos, Kilian representa todo lo contrario: necesita conocer, saber para poder juzgar. Desde un principio le dicen que acabará amando esa tierra y él no sabe hasta qué punto esto será cierto.

Por su parte, el personaje de Clarence es, en esencia, la propia autora retratada: profesora universitaria, lingüista, habitante de un pequeño valle aragonés donde a finales del siglo XIX y a lo largo de casi un siglo los hombres emigraban a Guinea ecuatorial para trabajar en la exportación de cacao. Es el retrato de toda una comunidad, de su propia familia.

Finalmente, Laha supone la mezcla perfecta entre estas dos tierras, un hombre de mundo al que le gusta viajar, conocer, vivir, pero que también siente la necesidad de volver cada cierto tiempo a la tierra que le vio nacer, donde están sus verdaderas raíces y donde Bisila, su madre, guarda uno de sus mayores secretos.

El narrador omnisciente hace que conozcamos los entresijos de los pensamientos y sensaciones de todos los personajes, especialmente de Kilian y Clarence, los principales protagonistas de las dos partes de las que consta la novela: la juventud de Kilian y Jacobo en Fernando Poo y la visita de Clarence a Guinea Ecuatorial. Estas dos historias no se entrelazan a modo de investigación, sino que se desarrollan de manera más o menos independiente. Clarence ha leído la correspondencia de sus familiares durante el tiempo que vivieron en la isla de Fernando Poo, pero la narración no se limita a eso, sino que hay una descripción muy minuciosa de cada uno de los capítulos de la vida de los protagonistas. La primera parte se centra en la descripción del lugar y de la situación en general, por eso en ocasiones da la sensación de que no pasa nada importante. No obstante, a medida que avanzan las páginas el argumento comienza a adquirir un mayor interés: sentimientos, sospechas, incógnitas y pistas se van entrelazando dando lugar a situaciones, que aunque no del todo insospechadas, son capaces de transmitir lo complicado que es a veces luchar contra los sentimientos, contra el amor, el odio y la culpa.




Las descripciones tan cuidadas que hace la autora de cada uno de los escenarios hacen que seamos capaces hasta de percibir aromas, sensaciones, temperaturas. Así, podemos sentir un viento gélido y penetrante en el extremo invierno de la montaña aragonesa al mismo tiempo que palpamos la densa humedad que rodea la isla de Fernando Poo. Lo mismo ocurre con las distintas situaciones, descritas con tanto detalle y de una manera tan ágil y envolvente que el lector es capaz de meterse en la piel de los personajes sin el más mínimo esfuerzo: la emoción de Kilian es la nuestra al pasar por el pasillo de las palmeras que franquean la entrada de la finca Sampaka. Estas descripciones pueden ampliarse además al proceso de maduración, secado y tueste del cacao y las costumbres y creencias de la minoría étnica bubi, lo que le aporta un mayor interés y verosimilitud a lo que la autora nos está contando.






Palmeras en la nieve bien podría analizarse como dos novelas en una, dos partes de una misma historia que se complementan pero que tienen sentido por sí solas, algo que le aporta una mayor riqueza tanto en forma como en contenido. Estas dos narraciones nos presentan el retrato de un país, sus cambios, avances y retrocesos a lo largo de los años, manteniendo siempre una comparación velada con la situación en España (desde el franquismo hasta la democracia actual). Desde que se convirtió en una colonia española a finales del siglo XIX hasta su completa independencia en el año 1968 y la posterior dictadura de Macías, un dirigente de la etnia fang puesto por el gobierno español, quien la convirtió en el Auschwitz africano imponiendo un régimen de opresión y terror donde las etnias minoritarias eran masacradas. Estas situaciones socio-políticas quedan claramente reflejadas en los distintos personajes que conforman la trama.




Algo que me ha llamado la atención es el hecho de que el protagonista de la historia inicial es Kilian, mientras que lo que Clarence busca es más bien todo lo relacionado con su padre. Esto hace que dudemos capítulo tras capítulo en quién es el que vive ese amor tan intenso y estimulante que lo dejará marcado de por vida.

Sorprende un poco, además, la facilidad con la que Clarence se va topando con gente que será clave en el desarrollo de su investigación. Prácticamente no se encuentra con obstáculos y todo sucede sin decirle a nadie qué es lo que de verdad está buscando.

Independientemente de eso, Palmeras en la nieve es una novela de emociones y sentimientos que se diluyen y reaparecen a lo largo de los años, se trata de una lectura con una gran carga moral y emocional que hace que se nos llenen los ojos de lágrimas al comprobar que, a veces, las circunstancias son demasiado fuertes como para permitir que los sentimientos desborden a las personas. En definitiva, podría ser el retrato de cualquiera, independientemente de razas, religiones o clases sociales.


2 comentarios:

  1. Este libro llega muy bien a la fibra del lector. Te emociona y quieres saber mas. Acabo de empezar Regreso a tu piel. Promete.

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    1. Totalmente de acuerdo. De una manera muy sencilla consigue enganchar hasta el final.

      Me apunto Regreso a tu piel como una de mis próximas lecturas :)

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