Nueva York, 2009. Mika,
en compañía de su nieto Daniel, se dirige al Museo de Historia
Natural cuando de repente su mirada se cruza con un cartel que
anuncia la función de un teatro de marionetas: El titiritero de
Varsovia. Esas cuatro inofensivas palabras le hacen estremecerse
y siente que los recuerdos se agolpan en su mente, demasiado
dolorosos como para seguir guardándolos por más tiempo. Es el
momento de que su nieto conozca su verdadera historia.
Varsovia, 1938. Nacido en
una familia judía Mika es un niño feliz, vive con su madre y su
abuelo en un piso situado en el barrio antiguo de la ciudad, le gusta
ir al colegio y pasa las tardes jugando con sus amigos en la calle.
Pero esta felicidad se
trunca en el momento en el que comienzan los primeros bombardeos.
Tras una breve resistencia la ciudad se rinde a la superpotencia nazi
y pronto empiezan a entrar en vigor nuevas normas que
irremediablemente coartan la libertad de todo judío. Se les prohíbe
entrar en cafeterías y museos, pasear por los parques, viajar en
tranvía e incluso caminar por la acera. Esta tensa situación se
mantiene hasta que a finales de 1940 todos los judíos son confinados
en un minúsculo espacio de la ciudad, un “gueto” en el que la
gente vive hacinada y abandonada, sin recursos y acuciada por un
debilitamiento físico y psicológico constante (el propio Hitler
había afirmado que “sin
duda los judíos son una raza, pero no humana”, por
tanto, no había necesidad de tratarlos como a tales).
En medio de este clima de
pobreza, injusticia y desesperación extrema un abrigo de paño negro
y una pequeña marioneta se convierten en la única vía de escape.
Poco a poco, el interior del abrigo se va llenando de bolsillos de
todos los tamaños en donde se guardan los bienes más preciados de
una vida a la que prácticamente se lo han quitado todo.
La historia se construye
en base a dos personajes fundamentales, Mika y Max, que representan
el efímero mundo judío dentro del gueto y la opulencia y
superioridad germana. A lo largo del relato sus vidas se cruzan y se
separan en función de los acontecimientos pero siempre manteniendo a
la marioneta como protagonista común. Estos personajes permiten
conocer la historia desde dos puntos de vista aparentemente muy
alejados y durante un período de tiempo bastante amplio, lo que nos
acerca a unas psicologías en las que afloran miedos, aflicciones y
traumas pero también comprensión, solidaridad y una persistente
lucha por la supervivencia.
El hilo en el que se
entretejen ambos testimonios lo constituyen el abrigo y la marioneta,
a los que se les dota de vida propia. La prenda simboliza la vida en
sí misma, todo aquello que tiene algún tipo de importancia y se
resiste a quedar atrás, mientras que la marioneta se emplea para
sacar a flote los pensamientos más profundos, las reflexiones de
quien se ve obligado a vivir una vida que no eligió.
Pero existen otro tipo de
simbolismos, ya que es característico el tratamiento que hace Mika
con respecto a la figura de los alemanes. Al igual que éstos
consideran a los habitantes del gueto como una masa gris e
impersonal, sucia y carente de virtud, ellos son comparados de manera
recurrente con las ratas, curiosamente un animal al que normalmente
no se le atribuye ningún tipo de estímulo positivo. Salvando las
distancias, puede recordar en cierto modo a lo que ocurre en Maus,
en el que los nazis son representados bajo la forma de gatos,
ensalzando su actitud déspota, egoísta y arrogante.
Algo que me sorprendió
fue el cambio que se hizo en la traducción del título. El original
es El titiritero de Varsovia, lo que convierte a Mika en el
verdadero protagonista de la historia, el que rige los designios de
la vida de la marioneta. Sin embargo, en su traducción al castellano
se ha optado por Todo lo que cabe en los bolsillos, lo que a
mi juicio supone un intercambio en los papeles, ya que en este caso
parece ser la marioneta (con el abrigo como refugio) la que lleva las
riendas. Pero ¿quién sabe?, tal vez se trate sólo de una
percepción personal y que, sin duda, nada cambia el hilo argumental.
En definitiva, Todo lo
que cabe en los bolsillos, la
primera novela de Eva Weaver, es un relato corto pero intenso,
de lectura ágil en la que la última frase de cada capítulo se
emplea para abrir un nuevo horizonte, lo que hace imposible no seguir
leyendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario