El pasado lunes se
estrenó el primer capítulo de la miniserie El tiempo entre
costuras, la adaptación televisiva de la novela homónima de
María Dueñas, así que ¿qué mejor momento para subir una pequeña
reseña?
Desde su publicación en
el año 2009 había oído hablar bastante acerca de esta novela, por
lo general eran buenas críticas, pero nunca había sentido un gran
interés por incluirla en mi lista de lecturas pendientes. El año
pasado me la recomendaron en el mismo día dos personas muy
diferentes pero ahí se quedó, como run run cada vez que elegía un
libro, hasta que este verano por fin decidí leerla.
Tengo que confesar que
cuando la empecé no esperaba para nada lo que después encontré. Se
trata de una novela ágil en la que se mezcla la ingenuidad, el amor,
la lealtad y el espionaje a partes iguales.
Sira Quiroga es una joven
que se gana la vida como modista en el Madrid de preguerra. Su vida
transcurre entre el taller de costura de Doña Manuela, su casa y un
noviazgo totalmente exento de emoción. Pero esta situación cambia
radicalmente a causa de una máquina de escribir Hispano-Olivetti, lo
que de manera imprevista le llevará a abrir un taller de alta
costura en Tetuán, el antiguo Protectorado español en Marruecos.
La historia se construye
en base a un guión bien hilado en el que, a excepción de las
distintas tramas amorosas, nada parece predecible. Eso es
precisamente lo que engancha de la novela y que lleva a querer
seguir leyendo “un capítulo más”. La historia de Sira se
entreteje dentro de una mayor que tiene como hilo argumental las
conspiraciones políticas en las que alemanes y británicos jugaron
un papel fundamental. En este contexto y en aproximadamente 640
páginas se entrecruzan varias tramas tanto ficticias como reales;
hay que destacar el protagonismo de Ramón Serrano Suñer, Juan Luis
Beigbeder (ambos ministros franquistas) o la amante de este último,
Rosalinda Fox.
Los personajes están
tratados con realismo y detalle en un abanico de psicologías muy
diversas. De este modo nos encontramos con Ignacio, el novio feúcho,
enamorado y conformista que lo único que quiere es llegar a ser
funcionario; Ramiro Arribas, un galán de mirada seductora que oculta
su ambición bajo una fingida perfección; Dolores, la madre de Sira,
una mujer con miedo a salir de aquello que conoce; o Candelaria,
quien ayudará a Sira a establecerse en Tetuán y abrir su taller.
Evidentemente el papel que más evoluciona es el de la protagonista
quien, de manera hasta cierto punto inconsciente acaba envuelta en
una red de espionaje a nivel internacional. El resto de personajes
que urden esta trama son psicológicamente tan lejanos que en un
principio hasta parece inverosímil su relación, pero el desarrollo
del personaje hace que poco a poco su personalidad se vaya amoldando
a esas circunstancias, aunque en ocasiones se evidencie una gran
incomodidad.
Este detallismo es propio
también de los escenarios, descritos con gran precisión, lo que
hace pensar en una larga labor de información previa por parte de la
autora.
Pero lo que quizá me ha
dejado más fría haya sido el final. La decisión de dejarlo abierto
da la sensación de que responde a no querer caer en un desenlace que
se predice desde la mitad de la novela.
Y para acabar, una
pequeña crítica con respecto a la serie. Tras haber visto el primer
capítulo, puedo decir que me parece que se ha hecho un gran trabajo
de ambientación, tanto los decorados como el vestuario presentan una
sutileza y una riqueza excepcionales y muestran fielmente el
contraste entre la sociedad madrileña más humilde de los años 30 y
la alta sociedad colonial del Protectorado. Parece asimismo fiel al
argumento y considero que los actores no pudieron haber sido mejor
escogidos: Adriana Ugarte como Sira (hay qué ver lo bien que le
quedan los personajes de época a esta chica), Raúl Arévalo como
Ignacio (el pagafantismo personificado) o Rubén Cortada como Ramiro
Arribas (con esos ojos que enamorarían a cualquiera).
Me costó decidirme a leerla, pero no pude terminarla. Empieza muy bien, sigue bien, pero hay una parte rollo, rollo que no pude superar.
ResponderEliminarSí, quizá haya una parte en la que se vuelve todo mucho más lento, probablemente en el momento en el que cambia todo de tal manera que parece difícil de creer.
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