domingo, 5 de octubre de 2014

El Paciente

Publicada a comienzos de este mismo año, El Paciente es la quinta novela del periodista y escritor Juan Gómez-Jurado, uno de esos libros que es imposible dejar de leer una vez el protagonista te engancha en la primera página, y donde capítulo tras capítulo te ves inmerso en una carrera contrarreloj llena de sentimientos, emociones y obstáculos que bullen sin descanso hasta el mismísimo punto y final.






El Doctor Evans lleva más de mil ochocientos días en el corredor de la muerte. Es su largo encierro y la necesidad de explicar las circunstancias que le han rodeado en los últimos tiempos lo que hace que comience a analizar las causas y consecuencias de sus actos, todo lo que le ha llevado hasta ahí, todo lo ocurrido en aquellas 63 horas previas a uno de los momentos más importantes de su vida.

David trabaja como neurocirujano en el hospital Saint Claire de Washington, es viudo y hace gran cantidad de horas extra para poder hacer frente a todos sus gastos y cuidar de su única hija, Julia. Una noche, tras haberle salvado la vida a un joven en una operación a vida o muerte vuelve a su casa y descubre que tanto Julia como su niñera no están, han desaparecido. A partir de este momento tiene lugar una frenética búsqueda en la que hasta la propia familia es sospechosa, pero son varios mensajes de texto los que finalmente le llevan ante un hombre que le pide como rescate algo totalmente inaceptable para un cirujano, algo que violaría por completo su código deontológico: si quiere volver a ver a su hija, su próximo paciente deberá morir en la mesa de operaciones. Si tal proposición supera ya de por sí los límites morales de cualquier profesional, la magnitud del encargo adquiere sus mayores proporciones cuando se descubre quién es el paciente: ni más ni menos que el presidente de Estados Unidos.




La historia está narrada en orden decreciente según las horas que faltan para la fatal operación y en ella vemos, a modo de pequeños saltos en el tiempo perfectamente hilados y comprensibles, los momentos clave que marcan los pensamientos del protagonista a medida que los acontecimientos se van sucediendo: su mujer, su hija, su vida juntos, las dudas y preocupaciones cuando se le encomienda la importante tarea de salvarle la vida al Presidente y como esa misión es la que se le vuelve en contra cuando es la vida de su hija la que está en peligro.

Son estos mismos acontecimientos los que hacen que lo que en un principio parecía una locura se convierta en una obsesión, asegurándose por todos los medios de ser él quien lleve esa operación a cabo sí o sí.

Desde el principio el autor marca un ritmo muy ágil, en ciertos puntos hasta frenético, lo que invita a seguir leyendo más y más. Esto es una muestra de cómo el autor traslada a ese ritmo las sensaciones y preocupaciones del protagonista: Dave busca como loco a su hija, necesita verla y comprobar que está sana y salva, y para ello no duda en coger el coche en plena noche y plantarse en casa de sus suegros a kilómetros de distancia.

La narración está dividida en tres partes estructuradas a modo de relatos paralelos que nos introducen a los tres personajes principales de la trama: David, que busca desesperada e incansablemente a su hija; Kate, miembro del Servicio Secreto estadounidense, cuñada de David y tía de la niña; y el señor White, un manipulador en potencia que somete al protagonista a una constante y asfixiante vigilancia.

A pesar de partir de puntos psicológicos muy distanciados, estos tres personajes tienen algo en común: el halo de incomprensión que les ha acompañado durante toda su vida. David está marcado por una infancia de orfandad y maltratos, Kate siente que nunca pudo ganarse el verdadero afecto de su padre, y el señor White nunca encontró una respuesta positiva a su gusto por la manipulación de la psique humana. Esto, junto con el desarrollo de los acontecimientos, hace que con el pasar de las páginas se vayan acercando de tal manera que incluso lleguen a necesitarse los unos a los otros para conseguir objetivos diametralmente opuestos.

El Paciente nos habla de las reacciones del ser humano ante un ataque a su intimidad y lo que más quiere, de cómo el protagonista se encuentra de repente moralmente desnudo ante un desconocido que le chantajea con su propia vida, de cómo se siente cualquier ser humano cuando ve su intimidad invadida por completo, de cómo sus emociones son marionetas en manos de otros. Fluyen constantemente sentimientos de miedo, desesperanza, odio y egoísmo provocados por los más oscuros intereses, lo que deja patente la enorme capacidad del ser humano para resistir ante situaciones de máximo dolor y sufrimiento a través de mecanismos de defensa de los que ni él mismo es consciente.

Vivimos en una sociedad en la que ni siquiera necesitamos que nos expliquen por qué alguien quiere asesinar al presidente más poderoso del mundo, quizá creamos que va implícito en el cargo. Tal vez sea ese el motivo por el que el autor no le da ni el más mínimo protagonismo a esta cuestión, cuando está en juego la vida de un hijo, cualquier otra, hasta la propia, deja de valer lo que hace unas horas. El dolor y el miedo nos vuelven insensibles, insensibles ante el poder, ante la riqueza y ante el peligro.


Jane Austen escribió una vez: “Una novela debería mostrar al mundo tal y como es. Cómo piensan los personajes, cómo suceden los hechos...Una novela debería de algún modo revelar el origen de nuestros actos”. Y eso es precisamente lo que Juan Gómez Jurado ha conseguido con El Paciente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario