domingo, 6 de diciembre de 2015

Vestido de novia

Vestido de novia es el primer thriller de Pierre Lemaitre, obra publicada en su versión original en 2009 y rescatada de su bibliografía tras el grandísimo éxito cosechado con Nos vemos allá arriba, título por el que recibió el premio Goncourt en 2013. Autor de consagrado éxito en la novela policiaca, Lemaitre nos acerca ahora a un argumento propio de las mejores novelas negras donde incluso asistimos a la evolución de personajes con claros tintes hitchcockianos.





Sophie Duguet es la mujer más buscada de Francia. Su vida era normal, estaba felizmente casada y se dedicaba a una profesión de éxito, pero un día se ve obligada a tomar una importante decisión. A su alrededor ocurren cosas para las que no tiene explicación, es acusada de robos, de olvidos cada vez más frecuentes, de conductas propias de quien no está en sus cabales y, lo más preocupante, de múltiples asesinatos en los que ni siquiera recuerda haber participado. Su única opción es desaparecer. Sophie huye y los acontecimientos se suceden sin descanso. Identidades falsas y un intento por reconstruir su vida durante los últimos años hacen de la protagonista un maniquí en las manos de una mente confusa, excitada y asustadiza. No conoce a nadie, no confía en nadie. Pero deberá empezar por el principio si quiere entender el final.




Vestido de novia está dividida en cuatro partes, todas ellas resueltas con brillantez, con el pulso y el compás justo de quien no quiere perder el tiempo en detalles que resten velocidad a la trama. En este sentido, el ritmo de la novela es fresco y ágil, aunque la primera parte tal vez se alargue en exceso al querer enganchar al lector en una incertidumbre de la que no saldrá hasta mediado el libro: qué le puede estar pasando a Sophie para que no recuerde acontecimientos tan graves es la principal preocupación del lector, que pase por dos o tres sitios antes de resolver esta duda es secundario.

Los hechos se suceden apresuradamente, un ritmo que recuerda a los mejores thrillers cinematográficos donde de manera rápida y abrupta las escenas se convierten en cambios de plano dramáticos y muy bien medidos. Esto lo enfatizan las frases cortas, casi telegráficas, que el autor emplea para enganchar al lector desde la primera letra.




En esta ocasión, Lemaitre nos adentra en un círculo psicológico con un principio y un final bien definidos, no tanto por hacer referencia explícita a trastornos, manías y obsesiones, sino por retratar a la perfección las miserias y defectos del alma humana. Toda conducta tiene un propósito, lo difícil es saber hasta dónde se está dispuesto a llegar, algo peligroso si el que actúa lo hace movido por algún tipo de debilidad. En este contexto, la condición de "loca" que se le presupone desde el principio a Sophie es la excusa perfecta para descontextualizar el espacio y el tiempo; visiones casi irreales de espacios que más parecen escenarios de un sueño y espacios temporales eternos donde se suceden los vacíos, los huecos que suponen las piezas perdidas de un puzzle. En ocasiones hasta parece que la protagonista vive las cosas alejada de su propio cuerpo, asiste a su vida como una espectadora presa de la impotencia.

Es cierto que tanta perfección en los detalles, en las acciones, en los engaños, puede resultar un tanto irreal. Cada personaje que aparece está perfectamente medido y se comporta de manera previsible y exitosa; en definitiva, es un engranaje más donde todo está planeado al milímetro, una previsibilidad que se extiende hasta el mismo final. Desde el momento en que se dilucida la trama, el lector sabe lo que va a pasar, aunque no sabe cuándo ni hasta dónde el autor va a exprimir la desesperación de la protagonista. Pero esta condición no estropea en absoluto el resto de la novela, simplemente se perfila como el colofón que todo lector busca en una historia de estas características.

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